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La conciencia humana está dividida en múltiples niveles, y uno de los más potentes es el observador incondicionado. Este es el estado en el cual podemos vernos a nosotros mismos, no solo desde lo que experimentamos externamente, sino también desde nuestro mundo interior. A través de esta perspectiva, surge una profunda comprensión de lo que verdaderamente somos y cómo nos relacionamos con nuestro entorno.
El Poder del Entusiasmo y el Subconsciente
La palabra «entusiasta» tiene una raíz que conecta con la divinidad y el poder interno. En su esencia, el entusiasmo es una energía que nos impulsa a vivir con alegría, pasión y júbilo, conectándonos con nuestra conciencia más elevada. Pero para que esta energía fluya libremente, es necesario trabajar con el subconsciente, que almacena los códigos y patrones que condicionan nuestra conducta.
«El subconsciente es el gran almacén de los códigos que condicionan nuestra conducta, y entender su funcionamiento es esencial para liberar nuestro potencial.»
Aunque nuestro estado de vigilia nos mantiene en una conciencia condicionada, existe un observador incondicionado al que podemos acceder y entrenar. Este observador nos permite ver más allá de las limitaciones impuestas por nuestras creencias y patrones inconscientes.
El Observador Tranquilo
Este observador no es simplemente una idea, sino una presencia real dentro de nosotros. Es aquello que contempla serenamente lo que sucede tanto en el exterior como en nuestro interior. Desde esta perspectiva, podemos observar cómo emergen nuestros pensamientos, emociones y sensaciones sin identificarnos con ellos. Cuanto más tranquilos y serenos estamos, mayor es nuestra capacidad para entender lo que está ocurriendo en nuestro mundo intrapsíquico.
«Hay un testigo sereno, capaz de observar todo lo que acontece dentro de ti, y cuanto más tranquilo te sientes, mayor es tu capacidad de comprender.»
Esta capacidad de «darse cuenta» es uno de los regalos más poderosos de la conciencia. Al reconocer la existencia de este observador, ganamos acceso a una ventana hacia nuestra inteligencia primaria, que nos permite explorar el vasto mundo tanto externo como interno con mayor claridad.
El Valor de lo Interno
Una de las realizaciones más importantes que surge cuando nos conectamos con el observador incondicionado es la validación de nuestro mundo interno. Lo que sentimos y experimentamos dentro de nosotros mismos es tan real como lo que sucede en el exterior. Por lo tanto, es fundamental prestar atención a nuestro mundo intrapsíquico, porque desde ahí es como miramos y comprendemos el resto del mundo.
«El mundo interno tiene una gran consistencia, porque lo que sientes y experimentas dentro de ti es tan real como lo que ocurre afuera.»
Este punto es clave: nuestra realidad interna es el filtro a través del cual percibimos el mundo externo. Si no le damos valor a lo que ocurre dentro de nosotros, no podremos comprender plenamente la realidad que nos rodea. Es en esta validación interna donde encontramos la verdadera fuerza para interpretar y actuar en el mundo exterior.
Reconocer y conectar con el observador incondicionado es un paso fundamental en el camino hacia la autoconciencia plena. Nos invita a explorar no solo el mundo que nos rodea, sino también el vasto universo que existe dentro de nosotros. Al hacerlo, podemos vivir con mayor autenticidad, validando nuestras emociones y pensamientos, y dándonos cuenta de la realidad interna que modela nuestra experiencia de vida.
«La conciencia del observador incondicionado nos invita a validar nuestro mundo interior, que es desde donde miramos y comprendemos todo lo que sucede afuera.»